Imagina por un momento que eres un patito recién salido del cascarón. Abres los ojos y lo primero que ves es una figura en movimiento. Sin cuestionarlo, tu instinto te lleva a seguir a esa figura, asumiendo que es tu madre. Este fenómeno, conocido como impronta, fue detalladamente estudiado por el etólogo Konrad Lorenz, quien observó cómo las crías de ganso se vinculaban con el primer objeto en movimiento que veían, incluso si este era un ser humano.